¿Alguna vez has hecho clic en un titular de un gran medio y has acabado leyendo un texto tan vacío que parece redactado por una IA de hace diez años? Tranquilo, no eres el único. El clickbait no es solo territorio de blogs de dudosa reputación o influencers con más filtros que noticias: es el deporte nacional de muchos medios “serios”. Sí, esos que presumen de rigor, ética y solvencia informativa… hasta que descubres que lo que de verdad les interesa es tu clic y la publi que arrastras detrás.
¿Quién dijo que el sensacionalismo era cosa de tabloides?
La frontera entre prensa amarilla y periódico de referencia se ha difuminado peligrosamente. Abres la web de cualquier medio “de toda la vida” y te reciben titulares dignos de un reality show:
“El giro inesperado en la economía española que nadie vio venir”
“Así es la ley que puede cambiarlo todo (y todavía no lo sabes)”
“Descubre el truco de salud que los médicos no quieren que conozcas”
Spoiler: ni giro, ni cambio, ni truco. Solo humo. Y, por supuesto, tras el clic, un artículo deslavazado, sin datos relevantes, con frases de relleno y alguna cita anónima para disimular.
¿Por qué lo hacen? Fácil: porque el clic es dinero (y la credibilidad, aparentemente, les sobra)
Las visualizaciones son la moneda de cambio. Da igual que hables de política, economía, salud o tecnología: cada clic cuenta. Y a más clics, más ingresos en publicidad. El periodismo, en muchos casos, ha pasado de buscar la verdad a buscar el tráfico, como si informar y entretener fueran lo mismo.
El resultado es que los lectores, como tú, acaban siendo carne de cañón para banners y vídeos automáticos que ni se pueden cerrar.
¿Quién necesita periodistas investigando si puedes tener redactores escribiendo titulares trampantojo desde su casa y una cuenta de AdSense que no para de crecer?
El problema: la confianza se evapora, la credibilidad se va al garete
Esta fiebre por las visualizaciones tiene un efecto colateral devastador: la desconfianza. El lector termina preguntándose si hay algo de verdad tras los titulares o si todo es postureo digital.
La información pierde valor, las fuentes pierden autoridad y, al final, da igual que el medio lleve 100 años en la plaza: la sospecha de “me están tomando el pelo” pesa más que cualquier eslogan de independencia.
Si antes confiábamos en la prensa seria como quien confía en un notario, ahora los titulares nos suenan más a televenta de madrugada: entretenidos, sí, pero ni de lejos fiables.
¿Cómo protegerse del clickbait (incluso en medios de referencia)?
Desconfía del titular que promete la luna y solo te da polvo de estrellas. Si te suena a “exclusiva mundial” y no hay firmas ni fuentes concretas, mala señal.
¿El artículo no responde a la pregunta del titular? Cierra y busca otra fuente. No te dejes atrapar por el cebo: tu tiempo y tu criterio valen más que sus banners.
Hasta los medios más “respetables” han caído en la trampa del clickbait, obsesionados con el clic fácil y la rentabilidad publicitaria. La consecuencia es un periodismo que sacrifica credibilidad por visitas, y lectores cada vez más escépticos y menos informados.
La próxima vez que te enfrentes a un titular escandaloso en un medio “serio”, recuerda: no todo lo que reluce es oro, ni todo lo que promete respuesta… la da.